"Son, ¿ligeros y, saludables?", por Manuel Rodriguez V.

Los productos light o ligeros, creados en su mayoría para contrarrestar el exceso de calorías, han venido desplazando en nuestro país, la saludable dieta mediterránea.

La composición de estos productos, presentan en su etiqueta, como normal legal, toda la información de sus ingredientes. El consumo de estos alimentos, está ligado a la fabricación cada vez más diversa de los mismos. A media que la población tiene mayor poder adquisitivo, su capacidad de compra y, la demanda es mayor, si a eso le sumamos el cambio de hábitos sociales, laborales, la facilidad para desplazarse, la población descubre que, aun consumiendo las mismas cantidades de antaño, su pérdida de calorías es menor, por tanto adquieren peso corporal.

La moda, la estética, son elementos determinantes en el consumo y sus hábitos. Las personas empezaron a sentir que era importante una apariencia y aspecto saludable, identificados en estos momentos, con figuras esbeltas y delgadas.

Es ya imagen del pasado, la mamá preparando el plato de lentejas y lavando las verduras para, a nuestra llegada a la casa ofrecernos una mesa servida con productos frescos y, recién elaborados. Esa madre, es hoy, una persona con trabajo externo, sin tiempo para atender una cocina, y que, por lo tanto acude al supermercado a buscar los productos que necesita para atender a su familia.

Es ahí donde entran en juego todos los elementos que los fabricantes ponen en movimiento para adquirir consumidores: productos diversos, sabrosos, altos en carbohidratos, azucares, potenciadores de sabor, fácil acceso y envoltorios llamativos donde impera el color rojo, que según estudios realizados estimula el apetito. Todo esto, con la finalidad de potenciar el consumo fácil de todos los alimentos elaborados industrialmente.

Estos productos, generalmente altamente calóricos, de fácil elaboración o, ya preparados, son consumidos por una población sin tiempo o conocimientos para cocinar, derivando esto en personas obesas o con sobrepeso, imagen altamente contraindicada con la moda imperante.

A finales del siglo XIX, surge en el mercado un producto 300 veces más dulce que el azúcar, la sacarina y, un siglo después , en 1986, se comercializa, el aspartamo, sustancias ambas que, la industria alimenticia utiliza para edulcorar sus productos, permitiéndoles bajar la cantidad de azúcar, siendo este acontecimiento , el comienzo de la, “Generación Light”.

La elaboración de estos productos requiere vez más, el añadido de sustancias que suplan el sabor y apariencia a los ingredientes tradicionales, hoy podemos encontrar zumos de naranja, sin naranja, postres de manzana, sin manzanas, mermeladas de frutas sin fruta, pan sin harina y un gran etc. de productos, sin productos, todos los ingredientes son, químicos de laboratorio.

La propaganda y la publicidad, el gran invento de la era neocapitalista, es la herramienta que la industria utiliza para que la población cambie sus hábitos alimenticios, haciendo que deseche el consumo de ciertos productos por la elección de otros, altamente calóricos y que generan sobrepeso. Al mismo tiempo, las mismas empresas promocionan otros de sus productos, los light, que eliminan o mantienen a raya las calorías, en otras palabras, “se cobran y se dan el vuelto”.

Este comportamiento de la población, trae como consecuencia, el que cada vez más, nuestro organismo se descontrole y enferme al ser invadido por sustancias químicas alimenticias, altamente nocivas para la salud. La solución a este problema no es fácil, se requiere en primer lugar una toma de conciencia sobre qué comer y, como producirlo. Para lo cual habría que realizar algunos cambios importantes en nuestro modelo social. Solo a título enunciativo: estimular el cultivo tradicional, en nuestros hogares, invitar a todos los miembros de la familia en la preparación de los alimentos, que eso, no sea una labor exclusivamente de la mujer, el lograr horarios laborales mas acordes con nuestras necesidades sociales, educar desde la infancia en el consumo de productos frescos y naturales,. Para lo cual nos preguntaríamos ¿estamos dispuestos?.

Como conclusión diré, hoy vivimos en una sociedad industrializada, donde para atender la demanda de toda la mano de obra existente, es de importancia capital la producción y a su vez es necesario que haya una población que consuma todo lo que se produce. Esta en nosotros como sociedad establecer cuatro preguntas fundamentales:

QUE producir?, COMO producirlo?, CON QUE producirlo? y, PARA QUIEN producirlo?.

Es en estas respuestas donde podemos conseguir un cambio en nuestra calidad de vida. Pues como dicen los sabios a cualquier pregunta que se les platea “La solución a todos los problemas, está dentro de cada uno de nosotros “, y, la de alimentación, no es una excepción.

Manuel Rodriguez V.

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