No importa cuán inteligentes e informados nos creamos, cuan dueños de nuestras decisiones nos sintamos. Siempre existirá el “NÚCLEO DE PODER”, (a nivel mundial son ¿100, 1.000, 100.000 individuos?), que maneja a su antojo los acontecimientos, que guían a la humanidad hacia un destino, incierto para ésta.
Nunca, la sociedad manejó tanta información como en este momento. Información que, se conoce en el mismo instante en que se genera la noticia a través de los diferentes instrumentos tecnológicos, de los que nos hemos hecho peligrosamente adictos.
Obtenemos información que, a los 3 o 4 segundos ya es noticia pasada, no tenemos tiempo a procesarla mentalmente, pues inmediatamente llega a nuestro móvil, ordenador o…, otra más reciente, y luego otra, y otra, y otra.......Hasta llegar a la saturación de información, que es lo mismo que decir, ¡¡¡NO ESTAMOS EN CONOCIMIENTO DE NADA, POR EXCESO DE TODO!!!.
A primera vista, suena demasiado simple que, otra manera de controlarnos sea, mantenernos informados, muy informados, excesivamente informados, causando en nosotros la impresión, que sabemos, controlamos y, decidimos, ¡¡¡mentira, eso es, mentira!!!.
Al igual, que una gota de agua puede saciar tu sed, una gran cantidad de la misma puede ahogarte.
Cuando veo el afán, con que las personas se "enganchan" a todos los inventos de las redes sociales, llámense: facebook, twentti y, mil nombres más, mediante aparatos cada vez más autónomos y portátiles, para obtener información de "algo" o "alguien", o nada, tengo tristemente que aceptar lo que, el desgraciadamente recordado Joseph Goebbels, le decía a Hitler en sus "11 principios de propaganda e información", y cito solamente aquel punto que, se adapta perfectamente a nuestra realidad:
PRINCIPIO DE RENOVACIÓN.-" Hay que emitir constantemente información y argumentos nuevos, a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones".
Está en nosotros la decisión de beber la gota de agua o ahogarnos por el exceso.
Manuel Rodríguez V.