En una semana aciaga, esta mañana nos despertamos con la muerte de Pablo Cánovas. Si morir joven es traumático para los que se quedan, que vayan desapareciendo nuestros mayores, que han sido referencia, es como morir un poco todos, sentirnos huérfanos de ese apoyo y sostén tan necesario en la familia, amigos o en el pueblo.
Pablo fue Repartidor de Agua durante 40 años, con una vida dedica a la agricultura. Conocedor del campo y la Agricultura de Totana y sus problemas y dispuesto siempre a echar una mano en lo que pudiese.
En la Semana Santa de 2015, tuve la gran suerte de acompañarlo cuando recibió el nombramiento de Nazareno del Año por destacar toda una vida colaborando y haciendo grande la Semana Santa Totana. Un Galardón más que merecido en la figura de Pablo, ligado a la Hermandad de la Salomé desde antes de los 60 de la que fue Presidente durante 12 años.
Enamorando de la Música Nazarena y miembro de la Coral Santiago desde su fundación, Pablo apostó en 1981 en la fundación de la Banda de la Salomé, de la que forma parte en la actualidad su hijo y sus nietos. Me comenta su nieto, Justo, su predilección por la pieza musical, “El Pordiosero” que magistralmente interpretan la ya clásica banda de la Salomé, en la Semana de Pasión, acompañado a su cariño por la imagen del Ecce Homo. Entregado a la organización y a realzar esa Semana Santa que moviliza y une a todo un pueblo.
También ha sido Pablo, en su dilatada vida, un ejemplo de compromiso político, de conciencia de clase, identificado con los valores de la Izquierda o las ideas progresistas. Un gran conversador, con una memoria y lucidez fuera de lo común, siempre dispuesto a aportar en positivo y construyendo.
Un hombre, en todas sus facetas, irrepetible que se ganaba el afecto, respeto y cariño por su forma de ser con quien tuvimos la suerte de tratarlo. Siento no haber podido ir a despedirme en aquella conversación que hemos dejado pendiente por las circunstancias de este último año.
Pero queda el consuelo de que Pablo, ha muerto con dignidad a sus 80 años, rodeado de su familia y en su casa. Mi pesar y sentimiento ante la pérdida de un hombre bueno que deja a compañera, Rosa, a sus hijos, Justo, Miguel y Pepi y sus nietos, Justo, Miguel Ángel, Pablo Antonio, Ana, Santiago y Elisa.
A ellos y a este pueblo deja, Pablo, un inmenso recuerdo en el corazón en el que vivirá siempre por sus obras en la vida. Agricultor, Nazareno Clásico, Compromiso con la Cultura y las costumbres de Totana y con los Valores de la Izquierda. Todo un referente que nos deja su ejemplo de existencia.
Juan José Cánovas